🔍 Descubre la visión de Justino Mártir sobre la Trinidad 📜. ¿Sugiere una jerarquía entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo? 🤔 Exploramos su pensamiento a la luz de la tradición patrística y el Concilio de Nicea. 🏛️✨

1.- Problemática
La cuestión sobre la naturaleza de la Trinidad y la igualdad entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo está en el centro de los debates teológicos de los primeros siglos del cristianismo. Justino Mártir, un apologista cristiano del siglo II, buscó explicar la fe cristiana a un mundo aún influenciado por el politeísmo y la filosofía griega. En su Apología por los cristianos, afirma: “Veneramos al Padre de la Sabiduría y la Justicia y de todas las demás virtudes, y al Hijo que ha venido de él, y al ejército de los buenos ángeles, y al Espíritu profético” (Apol. 1, 21). Además, añade: “Hemos aprendido a recibir y veneramos con razón al Hijo del Dios verdadero, a quien ponemos en segundo lugar, y, en tercer lugar, al Espíritu profético” (Apol. 1, 13).
Las citas de Justino Mártir en su Apología plantean una cuestión teológica compleja sobre la Trinidad. Las expresiones “segundo lugar” para el Hijo y “tercer lugar” para el Espíritu Profético, después de la mención del “Padre de la Sabiduría y la Justicia y de todas las demás virtudes”, sugieren una jerarquía dentro de la divinidad, lo que suscita la cuestión del subordinacionismo. Esta doctrina, aunque reconoce la divinidad del Hijo y del Espíritu Santo, los ubica en un rango inferior al Padre, rompiendo la igualdad perfecta dentro de la Trinidad.
El desafío radica en comprender si las afirmaciones de Justino, que a veces parecen sugerir una jerarquía o una distinción de naturaleza entre el Padre y el Hijo, deben leerse como expresiones de subordinacionismo o si pueden ser interpretadas de manera compatible con la fe en la igualdad y la consubstancialidad de las Tres Personas divinas, tal como sería definido posteriormente por la tradición patrística, especialmente en Nicea y en el pensamiento de Basilio de Cesarea.
2.- Argumentación
2.1.- Justino en su contexto
Justino escribe en el siglo II dentro de un contexto apologético específico, en una época anterior a las formulaciones dogmáticas del Concilio de Nicea (325). Su objetivo es defender el cristianismo ante las acusaciones paganas y judías y presentar la fe cristiana de manera comprensible dentro del marco filosófico de su tiempo. En su Apología, Justino enfatiza la distinción entre el Padre y el Hijo. Utiliza el término Logos para referirse al Hijo, un concepto familiar en la filosofía griega, y lo presenta como engendrado por el Padre antes de la creación del mundo. Esta distinción puede dar la impresión de una jerarquía, especialmente cuando describe al Hijo como subordinado al Padre o como un instrumento del Padre en la creación.
Sin embargo, es importante destacar que Justino afirma claramente la divinidad de Cristo. Lo reconoce como engendrado por el Padre antes de los tiempos y agente de la creación, en consonancia con el prólogo del Evangelio de Juan, que declara: “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios… Todo fue hecho por medio de él, y sin él nada fue hecho” (Jn 1, 1-3). No obstante, su lenguaje respecto a la “subordinación” del Hijo al Padre y sobre su “rango” sigue siendo ambiguo y potencialmente problemático a la luz de la doctrina trinitaria posterior. Por ello, es necesario leerlo a la luz de los desarrollos posteriores de la tradición patrística.
2.2..- El Concilio de Nicea, Basilio de Cesarea y la tradición patrística
El Concilio de Nicea (325) marca un punto de inflexión en la clarificación de la doctrina trinitaria. Frente al arianismo, que negaba la plena divinidad del Hijo, el Concilio afirma que el Hijo es consubstancial (homoousios) con el Padre. Este término indica que el Padre y el Hijo comparten la misma esencia divina y poseen la misma naturaleza divina. Esta afirmación es fundamental para establecer la igualdad ontológica entre el Padre y el Hijo y rechazar cualquier forma de subordinacionismo.
Dentro del desarrollo teológico posniceno, los Padres Capadocios, en particular Basilio de Cesarea, desempeñaron un papel crucial en la comprensión de la divinidad del Espíritu Santo y su relación con el Padre y el Hijo. En su Tratado sobre el Espíritu Santo, Basilio subraya la unidad de naturaleza y la distinción de Personas dentro de la Trinidad.
La tradición patrística posnicena, fundamentada en las Escrituras y en el desarrollo del lenguaje filosófico y teológico, permitió formular con mayor precisión la doctrina trinitaria y rechazar definitivamente el subordinacionismo.
2.3. Releer a Justino a la luz de la tradición patrística
Para comprender las afirmaciones de Justino y determinar en qué condiciones pueden evitar el subordinacionismo, es esencial releerlas a la luz de las clarificaciones proporcionadas por el Concilio de Nicea y la tradición patrística, especialmente el pensamiento de Basilio de Cesarea.
a) Orden económico, no ontológico: Las expresiones “segundo lugar” y “tercer lugar” pueden referirse al orden en el que las Personas divinas se manifiestan en la historia de la salvación, sin implicar una desigualdad en su ser divino.
b) Veneración y distinción: La enumeración de Justino puede reflejar una manera de distinguir los objetos de la veneración cristiana sin necesariamente establecer una jerarquía.
c) Lenguaje transitorio: Justino escribe en un periodo anterior a las formulaciones dogmáticas del siglo IV, por lo que su lenguaje puede parecer ambiguo.
3.- Conclusión
El análisis de las afirmaciones de Justino muestra que deben interpretarse dentro de su contexto histórico y apologético. Si bien su lenguaje podría sugerir una jerarquía, la tradición patrística y las definiciones conciliares permiten comprender que no implican una subordiancion ontológica. La doctrina trinitaria se ha desarrollado con base en la revelación bíblica y la reflexión teológica, afirmando la unidad y distinción de las tres Personas divinas.